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¿Quién fue Judith? Monólogo sobre la historia de las religiones.
Publicado por juvenal62 en Uncategorized el May 2, 2017
“Esto es un monólogo cuando debería ser un biólogo”. (Les Luthiers, ca. 1985).
En España se ha instalado una cultura futbolera sin que nada de lo que escape a la ideología resultante pueda tener hueco ni en medios, ni en manifestaciones públicas ni, ay, en las conversaciones privadas con amigos, familiares y cuñados.
No hay nada más futbolero que el “quien no está conmigo está contra mí”, puesto que el fútbol, como toda fe integrista, exige no tanto el apoyo al equipo propio como el odio al equipo ajeno. Uno no es auténtico hincha del Madrid si no odia al Barcelona o viceversa. Y nada hay más futbolero que negar que el enemigo pueda hacer algo bien, algo sensato, algo que merezca la pena verse, encomiarse, ni siquiera analizarse.
En este clima futbolero, la sola mención de una palabra clave lleva a no escuchar nada de la frase o del párrafo donde esa palabra clave está inserta, si es que el vocablo en cuestión invoca los demonios, las enemistades o las cuñadeces (perdón por el solipsismo) de barra de bar instaladas en el ruido colectivo de lo que antes eran conversaciones.
El ejemplo que me ha llevado a este post es el de una iniciativa que propone enseñar al final de Primaria o en Secundaria, el Islam. Conocer la religión mahometana y sus resultados históricos y cívicos, dicen, puede hacer que quienes la tergiversan con el fin de captar suicidas sin nada que perder entiendan que la musulmana es, en su fundación, en sus textos y en la práctica cotidiana de casi dos mil millones de personas, una religión que no predica el exterminio de la humanidad. Como el significante /religión/ entra en la frase, los futboleros defensores de lo laico se oponen a gritos a la iniciativa porque, dicen, la religión no debe enseñarse en las escuelas. Como el significante /Islam/ entra también en la frase, los futboleros xenófobos ya ponen el grito en el cielo porque se critica la asignatura (¡ojo! La asignatura) de Religión pero se quiere adoctrinar a nuestros hijos en la fe de los terroristas.
Veamos si podemos llevar este asunto a una conversación tranquila de mesa camilla, brasero y cafelito. Nadie en su sano juicio puede estar en contra de que se enseñe /religión/ o, mejor /religiones/ en las escuelas. Y eso por varios motivos. El fundamental es que la religión es una marca cultural muy importante que está presente en nuestra vida cotidiana, en nuestro suelo cultural y en nuestra historia, no solo la factual sino al ideológica, la artística,… Las mitologías, las religiones, escójase la definición que se prefiera, son parte de lo que se nos ha transmitido (traditio) por muchísimas vías, y cuyo código necesitamos saber para decodificar lo que nuestros antepasados nos han querido transmitir.
Así, por ejemplo, ¿cómo ir al Museo del Prado, al Louvre, al Metropolitan, al British… sin conocer la historia sagrada? ¿Es lo mismo admirar el cuadro de Judith y Holofernes de Caravaggio sabiendo quiénes son que sin saberlo? ¿Es que podemos admirar el cuadro de Las Hilanderas sin saber quiénes eran Cloto, Láquesis y Átropos? ¿Podemos apreciar en profundidad la música sacra sin saber de qué está hablando la letra de un coro gregoriano, de una cantata o un oratorio? ¿Podemos admirar la estatua de Laocoonte y sus hijos sin saber por qué les apresan las serpientes? Es evidente que hay un nivel inmediato de lectura que sí podemos disfrutar: el puro impacto estético, la pura confección de la obra en su plano estructural sincrónico (el aquí, el ahora, es bonito, agradable, etc.). Pero sin la historia sagrada, sin el conocimiento de los mitos, sin saber de ritos, leyendas y hasta de épocas del año, no podremos adjudicar capas de lectura, y por tanto de placer, de conocimiento, de profundidad, a lo que vemos, tocamos, escuchamos, olemos.
Creo firmemente que enseñar religiones (antiguas y modernas) es riqueza intelectual, amplía nuestro conocimiento y nos hace aceptar y respetar la diversidad. Creo firmemente que la historia de lo que se nos ha transmitido es muy importante para no juzgar, para no ser juzgados, para romper estereotipos y miras llenas de pobreza de espíritu. Creo que pensamos como hablamos, y si no se nos da vocabulario nos convertimos en seres parciales, aterrorizados, débiles… futboleros de bufanda y bocina.
El conocimiento nunca ha sido enemigo de la república laica. Al contrario. Son los enemigos de la república laica los que se oponen al conocimiento. Y conocer las religiones no es ser creyente, como conocer el atletismo no nos hace saltadores de altura. Conocer simplemente nos hace ser mejores. ¿Pero quién puede defender el conocimiento en este tiempo de tertulias futboleras, llenas de asnos voceadores, incultos y majaderos cuyos cambios vitales los ha hecho un cirujano plástico, un libro de autoayuda y un malentendido con un budismo de pacotilla?
Cambiemos esto, porque nos urge.
«No es verdaderamente impío el hombre que niega los dioses que la multitud venera, sino aquél que afirma de los dioses lo que la multitud cree de ellos». (Epicuro de Samos).
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